Antioxidantes y el cerebro
¿Qué es la oxidación?
La oxidación es un proceso químico que sucede prácticamente en todas partes de la naturaleza y que implica la transferencia de electrones de un átomo a otro. Sin embargo, cuando hablamos de biología y de nuestra salud, solo nos interesan algunas de estas reacciones. Concretamente, nos preocupa la presencia de los llamados “radicales libres”. Son moléculas o átomos que carecen de un electrón y que fácilmente lo “roban” a otras moléculas o de otros átomos. Cuando la reacción de oxidación implica un radical libre y los lípidos que componen las membranas celulares, se puede iniciar una reacción en cadena que, de no controlarse, puede dañar la célula y ocasionar su muerte. Los radicales libres también pueden atacar enzimas y proteínas que la célula necesita para su funcionamiento. El ADN es igualmente susceptible a la oxidación, y el daño en el ADN puede, a su vez, conducir al envejecimiento y la muerte de las células o, en algunos casos, a mutaciones celulares y cáncer.
Así, no es sorprendente que prácticamente todos los seres vivos hayan desarrollado sistemas para protegerse de la oxidación, neutralizando rápidamente los radicales libres y los productos tóxicos que generan.
¿Por qué es el cerebro especialmente susceptible a la oxidación?
Debido al alto grado de utilización de oxígeno, al alto nivel de ácidos grasos insaturados en su membrana celular y a mecanismos relativamente débiles de defensa antioxidante. Así, la acumulación excesiva de especies reactivas de oxígeno (radicales libres) y productos de peroxidación lipídica en el cerebro puede ser en parte responsable de la patogenia de trastornos neurológicos, como las enfermedades de Parkinson y Alzheimer.
El papel de los antioxidantes en la dieta
Afortunadamente, existen compuestos biológicamente activos, denominados antioxidantes, que pueden contrarrestar este efecto. Se pueden integrar fácilmente en nuestra dieta, como por ejemplo en el caso de los flavonoides. Los flavonoides son una clase muy común de compuestos con propiedades antioxidantes. Los flavonoides se consumen muy a menudo al comer frutas, especias y verduras. Sin embargo, para llegar a las células cerebrales, deben ser absorbidos desde nuestro intestino y atravesar luego la barrera hematoencefálica o la barrera sangre-líquido cefalorraquídeo. Existen pruebas de que algunos flavonoides como la quercetina, presente en las cebollas, atraviesan esta barrera sin necesidad de mecanismos de transporte. También se demostró que otros flavonoides, como las isoflavonas de soja y sus metabolitos, pueden atravesar la barrera sangre-líquido cefalorraquídeo utilizando el transportador de hormonas tiroideas, ¡incluso si no son hormonas tiroideas!
Una vez absorbidos en la sangre y transportados al cerebro, los antioxidantes pueden prevenir el estrés oxidativo de las células cerebrales. Esto resulta especialmente importante, dado que el cerebro adulto prácticamente deja de sustituir las neuronas muertas o moribundas.
¿Existen estudios que revelen algún efecto de los flavonoides sobre el cerebro?
La mayoría de los estudios han investigado la relación entre los flavonoides y la salud cardiovascular. En estudios epidemiológicos y observacionales se observó que los altos niveles de consumo de flavonoides estaban relacionados con una menor presión arterial o, en general, con una mejor salud cardiovascular. Sin embargo, estudios con técnicas de neuroimagen descubrieron que incluso una sola comida rica en flavonoides podría inducir un aumento a corto plazo del flujo de sangre al cerebro, debido a su efecto sobre las células endoteliales -las que recubren los vasos sanguíneos- y que presentamos durante la primera semana de este curso.
Sin embargo, los efectos a largo plazo de una dieta rica en flavonoides parecen estar relacionados con un aumento del número de conexiones entre las neuronas. Hacer, rehacer y fortalecer estas conexiones es el principal modo en que el cerebro puede almacenar información y adaptarse al entorno cambiante y al flujo del tiempo, un proceso llamado neuroplasticidad.
Si los flavonoides tienen efectos sobre el cerebro, ¿podrían también tener un efecto sobre nuestra cognición o estado de ánimo? Lamentablemente, este tipo de estudios son mucho más complejos de realizar y los resultados pueden ser difíciles de interpretar. Algunos estudios han detectado un efecto positivo de los flavonoides en las pruebas cognitivas, mientras que otros no. Aunque existe un cierto consenso en cuanto a la idea de que los flavonoides pueden mejorar nuestra salud cardiovascular, no existe una conclusión al considerar sus efectos sobre el estado de ánimo y la cognición.
¿Dónde podemos encontrar flavonoides? ¿No recibimos ya suficientes?
Los flavonoides se encuentran en un gran número de alimentos de origen vegetal. Esto incluye los cítricos, el cacao y el té, la soja y las legumbres. También incluye las frutas y verduras azules y rojas, como las bayas, cebollas rojas, manzanas y algunas verduras verdes, como la col rizada o el brócoli.
Dado que los flavonoides son tan comunes, podríamos suponer fácilmente que los consumimos en cantidades suficientes cuando seguimos una dieta equilibrada. Sin embargo, los flavonoides no siempre se absorben fácilmente en el torrente sanguíneo y se metabolizan rápidamente. Por ese motivo, los estudios emplean dosis de flavonoides mucho más elevadas que las que se pueden encontrar en el frigorífico de una familia media. Un estudio reveló que la ingesta media de estos compuestos es de aproximadamente 400 miligramos por día, por debajo del umbral que podría ser necesario para observar cualquier efecto. Por poner un ejemplo, en una tribu de Panamá se observó un efecto positivo de los flavonoides sobre la presión arterial, pero consumen poco menos de un gramo de flavonoides al día, ¡más del doble que los europeos!
Incrementar el número de alimentos ricos en flavonoides que consumimos podría mejorar nuestra salud. Sin embargo, dado que no existe una conclusión definitiva sobre sus efectos sobre el cerebro y la mente, probablemente no vale la pena invertir en suplementos. Consumir más frutas y verduras, por el contrario, puede aumentar las cantidades de flavonoides y otros antioxidantes que contienen de forma natural, y es sin duda mejor opción a largo plazo.
Alimentación: la relación entre la comida, el intestino y el cerebro
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