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Globalización y pautas alimentarias

La globalización está cambiando la dieta en todo el mundo.
© IMDEA

Hasta hace un par de generaciones, las dietas dependían en gran medida de la disponibilidad de alimentos locales, con períodos de abundancia y escasez. Este patrón ha cambiado, especialmente en el mundo occidental. Los médicos se enfrentan cada vez más al desafío de abordar conductas alimenticias que no son típicas de su región y necesitan saber cómo los platos “novedosos” contribuyen a la salud de sus pacientes.

La globalización está cambiando la dieta en todo el mundo, aunque en distintos grados. Existen varias razones para ello, que pueden reconducirse a lo que el filósofo polaco Zygmunt Bauman llamó “la modernidad líquida”.

Fronteras abiertas y acceso a la información

La gente cada vez viaja más y las mercancías se transportan más fácilmente por todo el mundo. Probablemente lo más importante: Internet facilita el acceso a la información. Además, la prevalencia de la pobreza y la pobreza extrema se está reduciendo.

A medida que más personas tienen acceso a la comida, generalmente consideran el mundo occidental un ejemplo de nutrición buena y sabrosa. No debemos olvidar que nuestro trasfondo genético está programado para preferir alimentos con alto contenido calórico, es decir, de azúcares y grasas. La leche materna es un claro ejemplo y nuestro primer sorbo allanó el camino.

También estamos capacitados para mantenernos alejados de los alimentos amargos, como la mayoría de las verduras, que identificamos como veneno. En resumen, los seres humanos buscan instintivamente una dieta rica en calorías y la globalización les proporciona ahora fuentes económicas de alimentos calóricos.

Cambios en los patrones de alimentación

Un artículo publicado recientemente por Bentham y otros aseguró que “Corea del Sur, China y Taiwán experimentaron los mayores cambios en el suministro de alimentos durante las últimas cinco décadas, con alimentos de origen animal y azúcar, vegetales y mariscos y cultivos oleaginosos convirtiéndose en componentes más abundantes del suministro de alimentos. En contraste, en muchos países occidentales el suministro de alimentos de origen animal y azúcar disminuyó”, confirmando nuevamente los cambios en la dieta inducidos por la globalización.

Probablemente la consecuencia más notoria de la globalización y el aumento de la riqueza es el rápido aumento del consumo de carne, que pasó de aproximadamente 50 millones de toneladas métricas en la década de 1950 a las 300 millones de toneladas métricas actuales. Esto resulta especialmente relevante en China y el resto de Asia, América Central y del Sur y África. Por el contrario, el consumo de carne es bastante estable o está disminuyendo ligeramente en Europa y Norteamérica.

Influencias sobre nuestro estilo de vida

Otra consecuencia a menudo ignorada de la globalización es que, al ver la televisión o navegar por Internet, aprendemos hábitos alimenticios extranjeros y a veces los incorporamos a nuestro estilo de vida.

Otros ejemplos son los alimentos preparados y la entrega de alimentos a domicilio. En cuanto a lo primero, la tecnología alimentaria avanza rápidamente y los consumidores tienen acceso a platos que están listos (o casi listos) para consumir. Esto era impensable hace solo unas décadas, cuando el tiempo dedicado a la elaboración de alimentos ocupaba una gran parte del día. La entrega de comida a domicilio también va en aumento y nos permite controlar lo que comemos, pero no sus ingredientes.

La globalización es una parte integral de la historia de la humanidad

No debemos olvidar que la globalización es una parte integral de la historia humana, a través de migraciones a menudo inducidas por alimentos, como aprendimos en el Paso 1.6, importación-exportación de alimentos, exposición a diferentes culturas y civilizaciones.

En resumen, la globalización es inevitable y tenemos una gran oportunidad para controlarla y dirigirla a nuestro favor.

En los pasos 3.12 y 3.13 exploraremos la sostenibilidad y seguridad alimentarias, pero en este momento debe quedar claro que nos dirigimos hacia una sobreexplotación de nuestros recursos. Las futuras dietas y pautas de salud pública deben tener en cuenta todo lo anterior.

Autor: Dr. Francesco Visioli

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